Comentario
El teatro Kabuki, así como el Bunraku, era uno de los espectáculos dramáticos más populares del periodo Edo. Incluso, durante los años finales del siglo XVII y los primeros del XVIII el Bunraku ganó al Kabuki en popularidad. Algunos actores alcanzaron gran fama, levantando pasiones entre sus seguidores y las damas de la corte del shogún.
El poder político consideró las representaciones del Kabuki como algo inmoral. En 1629 se prohibió que actuaran mujeres (Onna Kabuki), siendo sustituidas por muchachos (Wakashu Kabuki). Estos últimos también fueron prohibidos en 1652, por lo que hombres maduros debieron asumir los papeles femeninos (Yaro Kabuki). Finalmente, el poder acabó por aceptar el Kabuki como un mal necesario. El control estatal, sin embargo, ayudo a hacer del teatro Kabuki un espectáculo más complejo y elaborado, pues los actores masculinos debieron esmerarse para suplir la ausencia de actores femeninos y juveniles a la hora de representar sus papeles, a fin de no perder a su público.
La maduración del Kabuki se aceleró a partir de 1680, durante la era Genroku. Paulatinamente los sencillos episodios surgidos de la imaginación de los autores dejaron paso a elaboradas tramas, escritas por dramaturgos. Si bien durante las primeras décadas del siglo XVIII el teatro de marionetas superó al Kabuki en popularidad. El resurgimiento del Kabuki, no obstante, se produjo gracias a la mejora de la calidad de las piezas y a la adopción de técnicas propias del teatro Bunraku.
Las pelucas y el maquillaje de los actores forman una parte esencial del Kabuki, acentuando los rasgos del personaje. El maquillaje es especialmente vistoso en el caso de los hombres que actúan como mujeres.